Creo que en todo estudio o investigación es conveniente, de tanto en tanto, echar un vistazo alrededor del hecho que es objeto de nuestro estudio. Es la única manera de no perder la perspectiva, de comprender mejor los sucesos que estamos analizando, de ver el bosque que ha dado lugar a nuestro árbol. Esto es lo que vamos a hacer en esta entrega: visitar el mundo que rodea los humildes sucesos acaecidos durante el siglo que hemos contado de este poblachón manchego llamado Madrid. Empezaremos muy lejos de aquí:
En China se dan continuos enfrentamientos contra los europeos: Guerra del Opio, rebelión de los Tai Ping, guerra contra Japón y sublevación antieuropea de los Boxers, dirigidos por el príncipe de Manchuria.
En Japón, después de resistir durante siglos todos los intentos de europeización, en 1853 se presentó en la bahía de Yedo (Tokio) una escuadrilla norteamericana exigiendo, con una carta del presidente de Estados Unidos, la apertura del Japón al comercio con su país. Tuvieron que aceptar. Después llegaron Inglaterra, Rusia, Holanda, Prusia y Austria. Los japoneses comenzaron a llevar a sus hijos a estudiar a Europa, sobre todo estudios militares. Y aprendieron, vaya si aprendieron. Pronto lo demostraron en guerras inmediatas contra China y Rusia. A los americanos les quedaba menos de cien años para comprobar también el monstruo bélico que habían creado.
Mientras, en la India estaba sucediendo la rebelión de Los Cipayos (tropas indias al servicio de los ingleses) Si los soberanos y rajás locales no se hubieran puesto a favor de los ocupantes, los ingleses habrían tenido que abandonar la India entre 1857 y 1860.
En el Mundo Árabe comienzan las rebeliones contra los turcos, hasta terminar en la creación de emiratos independientes que cristalizarían a principios del siglo XX, y con la ayuda inglesa, en la creación de los reinos de Irak, Arabia y Yemen.
Desde mediados del siglo XIX los Schahs de Persia comenzaron a visitar Europa, a otorgar licencias a bancos, a permitir la navegación y comercio occidentales por sus ríos y puertos y a admitir oficiales y funcionarios occidentales. Los aristócratas y comerciantes ricos enviaban a sus hijos a estudiar a Europa. Rusos e ingleses rivalizaban por su influencia en el territorio.
Durante este tiempo, El Egipto pasó de estar dominado por los mamelucos, aliados con el imperio otomano a estarlo por los ingleses. Se construye el Canal de Suez.
El Imperio Otomano lo estaba pasando también mal en Europa, pues países a él sometidos como Grecia, Serbia, Bulgaria o Rumanía, estaban recuperando su independencia.
En Indonesia y Malasia se reproducen también las colonias y protectorados por parte de franceses, ingleses, holandeses, portugueses y alemanes. Excepto en las Islas Filipinas, bajo ocupación española hasta 1898.
En América, el imperio español se deshacía bajo el empuje de Simón Bolivar “El Libertador”, quedando sólo bajo soberanía española alguna de las Antillas, como Cuba.
En el Norte, en 1860, la Guerra de Secesión hizo estragos en Estados Unidos. Poco después, la fiebre del oro impulsaría hasta el Pacífico la conquista del Oeste, provocando las últimas guerras indias.
A partir de 1828 los colonos boers e ingleses comenzaron su expansión por África. Los Estados autóctonos ejercieron una gran resistencia contra ellos y contra alemanes, portugueses, holandeses, españoles, franceses y belgas; pero, al final, tuvieron que ceder y muchas de sus culturas ancestrales desaparecieron para siempre.
En lo referente al continente europeo, en 1789 comenzó en Francia una sangrienta revuelta cuyas consecuencias cambiarían Europa. La Revolución Francesa no sólo puso fin al Antiguo Régimen y a siglos de privilegios aristocráticos, sino que abrió la puerta a una nueva concepción social y política basada en los principios de libertad e igualdad. Después vendría Napoleón y, a pesar de todo lo negativo del nuevo imperio, a él y a sus tropas se debe el avance de las ideas de la Revolución por toda Europa.
En Inglaterra se vive lo que conocemos como época victoriana. La reina Victoria reinó durante 64 años, entre 1837 y 1901, y consiguió hacer de su país un modelo de sistema político liberal y una potencia industrial que lideró el desarrollo científico y técnico de la época.
Todo lo contrario que Rusia, un inmenso país que sigue anclado en el pasado. La necesidad de disponer de un poder fuertemente centralizado y de una sociedad militarizada capaces de defender el país de los numerosos enemigos -polacos, suecos, turcos, mongoles…- que lo rodean posibilitó al zar de Rusia gozar de un poder absoluto y autocrático desde el siglo XVI. Su voluntad era la ley suprema y todavía podemos ver allí relaciones de servidumbre muy cercanas a la esclavitud. Ello condenó al país a un retraso general que sólo se superaría en el siglo XX con el sistema soviético.
Mientras, en España nos entretenemos con las Guerras Carlistas. El carlismo es un movimiento político nacido a principios del XIX y creado para exigir la restauración del absolutismo y reclamar los derechos dinásticos del infante don Carlos, hermano de Fernando VII.
Entre febrero de 1873 y diciembre de 1874 disfrutamos de la Primera República, que quiso imponer un federalismo desde arriba. Por su parte, el movimiento cantonalista quiso imponer también el federalismo, pero desde abajo, desde la revolución popular. El Estado tuvo que usar al ejército –usando generales monárquicos- para reprimir el cantonalismo y entre ésto y las guerras carlistas, el experimento republicano acabó mal.
Pero este tiempo que se mueve entre la primera revolución industrial, con su máquina de vapor aplicada a la industria textil, al ferrocarril y al transporte marítimo, sobre todo; y la segunda, con la revolución de los sectores químico, eléctrico y siderúrgico, es rico en inventos de todo tipo. Veamos algunos: Pila eléctrica, prensa de imprimir, estetoscopio, motor eléctrico, cerillas, máquina de escribir, telégrafo, tranvía,
fotografía, llanta neumática, ascensor, imprenta rotativa, jeringuilla hipodérmica, teléfono, gramófono, micrófono, motor de combustión, estilográfica, submarino, lámpara incandescente.etc.
En literatura, los prerrománticos Goethe y Shiller dan lugar al movimiento romántico europeo que lleva ala ruptura con las rígidas normas imperantes en el arte hasta entonces. Abogan por la pasión y la libertad. Poco después triunfará la novela en el realismo frances: Flaubert, Zola, Stendhal; y en el inglés, con el maestro Dickens, que refleja un mundo lleno de desequilibrios e injusticias. Pero el mejor, el insuperable, es quizás el realismo ruso, representado por los grandes Gorki, Dostoievski y Tolstoi.
No hay que olvidar tampoco, como representantes de la época del desencanto tras la caída de la Comuna de París, a los simbolistas franceses, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Mallarmé.
En España, excepto Larra y Leopoldo Alas “Clarín”, ningún otro escritor (Pedro Antonio de Alarcón, Benito Pérez Galdós) fue abiertamente crítico con su tiempo.
En arte, en nuestro país triunfa un genio: Francisco de Goya. En el resto de Europa comienza el impresionismo: Monet, Rendir y Cézanne. Más tarde. Van Gogh y Gauguin.
En música es el momento de los grandes: Beethoven, Chopin, Wagner, Chaikovski.
Como curiosidad, añadiremos también una sección de deportes. En 1847 se redacta el Reglamento de Eton, primer intento de civilizar un juego bárbaro practicado desde la antigüedad y llamado a convertirse en el vehículo de una gran alienación social: el futbol.
José Javier González de la Paz,
Militante de C.G.T. y periodista.