"Si nos pinchan, ¿no sangramos?, si nos hacen cosquillas, ¿no nos reímos?, si nos envenenan, ¿no nos morimos?, y si nos humillan, ¿no nos vengaremos?".
El Mercader de Venecia (Shakespeare)
Soy Policía Municipal. Afiliado a un “¿sindicato de clase?” (eso dicen ellos), más bien de “servicios” (diría yo) y ante la deriva sindical de dicha organización de un tiempo a esta parte he seguido muy atentamente la actividad de CGT a través de “Rojo y Negro”, de algunos números de la revista “Libre Pensamiento” (especialmente el número 48), de la lectura de diversos materiales sobre la crisis de CNT del 79 y del 82 y de cuanta documentación sobre el sindicato he podido encontrar en Internet y en las diversas web’s de CGT, rescatando, por último, algunas lecturas antiguas (“la historia del anarcosindicalismo” de Gómez Casas entre otras), llegando a la conclusión de que el lugar que ese “sindicato de clase” ocupaba en sus orígenes hoy lo ocupa CGT y, en consecuencia, tras un proceso de reflexión, decidí afiliarme a vuestro sindicato, consciente de su carácter anarcosindicalista (aunque discutido por muchos ¿no?, pero esto es otro tema).
Al leer los Estatutos de la CGT, observé que el artículo 28 prohíbe expresamente la afiliación a los “miembros de las fuerzas de orden público.... ni de los cuerpos armados represivos”. Como quiera que el léxico empleado es arcaico y no se corresponde con las denominaciones usadas por los Cuerpos de Seguridad existentes hoy (y créeme el tema no es baladí, aunque me llama la atención tu uso correcto de la denominación Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en tu escrito, raro en personas no relacionadas con estos temas, ¿tú si lo estas?), os remití un e-mail a vuestra web consultando si a los policías municipales nos considerabais incursos en dicha prohibición y obtuve....... la callada por respuesta. Por analogía y ante el “silencio sindical” entendí efectivamente que no podía afiliarme. Tu escrito me lo confirma. Y hoy, al leerlo, quisiera hacer algunas consideraciones, sin por ello pretender abrir ningún debate ni criticar vuestra postura. Para ser sinceros, en el fondo, “casi” estoy de acuerdo. Posiblemente yo también estaría a favor de prohibir la afiliación de los policías en general. Pero el problema es que yo no soy partidario de juzgar a las personas por su pertenencia a un determinado colectivo, sea el que sea (rubios, bajos, panaderos, médicos, abogados o .... policías), ni por sus “palabras” (se las lleva el viento) sí no por sus actos. Como había llegado a la conclusión de afiliarme a la CGT y... no puedo, por mi condición de Policía Municipal, me voy a permitir realizar unas breves reflexiones a vuelapluma.
De entrada el problema no es grave para vosotros. No creo que haya muchos policías (sean municipales, nacionales, autónomos o de la Guardia Civil) que quieran afiliarse a la CGT. Hay una realidad casi “genética” que sitúa a los componentes de los cuerpos de seguridad en un espectro político no precisamente cercano al anarcosindicalismo o al sindicalismo revolucionario (otra cosa es que alguien, algún día, en algún lugar, estudie seriamente cual es el proceso psicológico y social que convierte a un individuo de extracción social medio-baja, normalmente de bajo nivel de estudios, sin cualificación profesional, es decir, no apto para muchos empleos....... con igual o parecido salario, en un …. “policía” –¿no será que en el fondo todos llevamos un policía dentro de nosotros?, te sorprenderías de las cosas que se ven por ahí-). Por eso me extraña que se haya suscitado la pregunta ¿polis si o no?. ¿Realmente algún policía ha pedido afiliarse a la CGT? Me gustaría conocerlo (sería una prueba palpable de que personas “diferentes” las hay en todos los colectivos).
En tu escrito citas una serie de incompatibilidades que justifican tu decisión: “Inmigración”, “Feminismo”, “Movimiento ocupa”, “Ecologismo”, “Movimiento vecinal”, “Grupos experimentales en proyectos de vida y sociedad”. Si bien soy de los que piensan que no puede escindirse lo privado de lo público, a efectos “pedagógicos” y de análisis me voy a permitir distinguir entre cuestiones que afectan al ámbito privado y las que afectan al ámbito público. Pero vayamos por partes:
No veo ninguna incompatibilidad entre ejercer la función de policía municipal y mantener posturas favorables a la igualdad de la mujer, el ecologismo o la participación en los movimientos vecinales. Son aspectos de la vida en sociedad que no son incompatibles intrínsecamente con el ejercicio de la labor policial. Se puede ser policía y ser partidario de la igualdad de la mujer y luchar por una sociedad sostenible ecológicamente (o debemos hablar ya de “decrecimiento” sostenible). Es más, en cuanto a la actividad pública que se puede desarrollar en estos campos, en el caso de la Policía Municipal de Madrid, aun sin contar con grandes medios ni competencias en la materia, ni ser un “tema estrella” para nuestro Ayuntamiento, cuenta con una Unidad de Medio Ambiente y una Unidad de Atención y Protección a la Familia (que atiende casos de violencia de genero) desde las que se pueden hacer una importante labor, porque no todo consiste en ser “ecologista” o ser “feminista” de puertas adentro, además de educar también hay que denunciar las conductas contrarias al medio ambiente y a los derechos de la mujer (¿o no?). Siempre hay que tener muy presente, aunque suene metafísico, la diferencia entre lo que “es” y lo que “debería ser”. ¿Acaso un “docente” no puede ser más castrador que un policía?, ¿acaso no hay médicos que se niegan a practicar abortos o jueces que se niegan a casar a homosexuales? (no por ello vamos a prohibir la afiliación al colectivo de maestros o de médicos, ¿no?)
En cuanto a los “proyectos alternativos de vida y de sociedad”, “Inmigración”, “movimiento okupa”.... he aquí la madre del cordero. Llegamos al centro del problema: la “seguridad ciudadana”. Es evidente, no seré yo quien lo niegue, que los cuerpos de seguridad, al igual que otros colectivos, son “mecanismos de control social”. Pero, ¿Quién decide lo que hay que controlar? ¿El pueblo soberano a través de las instituciones democráticas? (déjame que me ría un poco, si no se me van a saltar las lágrimas). Esta es harina para otro costal. El tema por sí sólo merecería otra discusión. Aquí sólo voy a realizar unas breves consideraciones (el escrito se está alargando demasiado).
En el caso concreto de la Policía Municipal sus funciones han estado claramente delimitadas: ordenación y regulación del tráfico, ordenanzas municipales, protección del medio ambiente… Lo que ocurre es que hoy nuestro querido Ayuntamiento ya ha dado por perdido el problema del tráfico y asume que no tiene solución, de paso contrata a “agentes del Cuerpo de Movilidad” para hace el paripé, les paga la mitad del sueldo de un policía y dedica a estos a otros temas (la supuesta “seguridad ciudadana”). ¿Redondo no?. Nuestro querido Ayuntamiento regula y regula y regula (será por eso que la red 6000 es cada vez más extensa), por medio de ordenanzas y normas, los criterios que debe presidir la ¿convivencia ciudadana? y… “pasa” olímpicamente de lo demás (¿Qué no se cumplen?, que mas da).
La Policía Municipal que yo he conocido (y aquí hay que reconocer el enorme esfuerzo que hicieron en su día los partidos de izquierda cuando llegaron a la alcaldía de Madrid. ¡¡Teníais que ver la altura intelectual y moral de los “profesores” de la Academia de Policía antes y durante la transición¡¡) era “otra” policía municipal distinta de la que se está creando actualmente. En mi formación académica como policía participaron personas como Andrés de Francisco (tuvimos que sufrir su sempiterno experimento sobre dinámica de grupos), Vanaclocha (profesor en la Carlos III), etc. todos cercanos a la órbita del PSOE, pero ¡joder” un viento de aire fresco frente a tanto “carca” y “guindilla”. Yo he patrullado los barrios a pie en contacto con los vecinos (apreciado por unos, odiado por otros me imagino) y me conocía perfectamente la problemática y las gentes de esos barrios. No íbamos pendiente de a quien golpear o avasallar, sino de conocer los problemas de la gente e intentar solucionarlos, con los medios a nuestro alcance (servicios sociales municipales, etc.). He vivido muy cerca el problema de la droga en los barrios en los años ochenta (¿alguien, en algún lugar, alguna vez, estudiará porqué en los momentos de repunte revolucionario de los trabajadores la droga circula tan alegre y barata como Pedro por su casa. De eso deben saber mucho en Asturias y el País Vasco, ¿no?) y otras cuestiones que no vienen al caso. Hoy, no se patrulla los barrios, no interesan los problemas de la gente… sólo interesa “vender” seguridad (ficticia) con fines electorales. Y se asumen competencias del Cuerpo Nacional de Policía que nunca han sido propias de la Policía Municipal y que aquélla está interesada en abandonar porque no dan buena “imagen” (y así se va a los desalojos de okupas, a la Cañada Real, se llevan a cabo campañas de vigilancia y control en Lavapiés, contra los mismos de siempre). Yo si me he creído aquello que dice la Constitución española de que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad tienen como misión “proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades” de los que, en definitiva, “me pagan” (que aunque tú no lo creas son los ciudadanos de a pie con sus impuestos). Y si a alguien hay que proteger es a los desposeídos (los realmente “robados” diría yo), a los maltratados, a los que pasan las fronteras para buscarse la ¿vida?… Sí ya sé, debo ser un iluso. Pero este es un ejemplo más de adonde nos ha llevado nuestra querida “transición” y el abandono por parte de los partidos de izquierda de sus “ideales”. Más neoliberalismo y por tanto más defensa de los ricos.
Hablas en tu escrito de que no te importaría “compartir reivindicaciones y luchas comunes con sindicatos policiales”. ¡Joder¡ ¡Ahora el que no quiere afiliarse soy yo¡ ¡No te gustaría compartir afiliación en tu Sindicato con policías y sin embargo no te importaría que CGT fuera de la mano con sindicatos corporativos, “profesionales” (del timo de la estampita en sus diversas formas), que sólo defienden intereses particulares y de “gremio” (en el más amplio sentido de la palabra)¡ (Nota: en este sentido deberíais revisar vuestras alianzas de cara a las negociaciones del Convenio Colectivo del Ayuntamiento que se están llevando a cabo en la actualidad).
Dices que el de Policía es una “profesión escogida” y que “el Policía y el soldado van a responder a la voz de sus amos: el capital y el estado”.
¿Profesión escogida? No sé si tú has elegido tu profesión. Yo ya paso de los cincuenta. A finales de los setenta y primeros años ochenta que accedí al mercado de trabajo no era tan fácil encontrar un puesto de trabajo “decente”. Trabajé para un “familiar” que me explotaba mañana y tarde (pero con cariño, ¡eh¡), hice de mulo de carga para una empresa de transporte de sol a sol, todo ello por una mísera retribución, al tiempo que me presentaba a todas las oposiciones que podía, ya que en realidad lo único que sabía hacer era “estudiar” y… escribir a máquina... pues carecía de oficio y beneficio (era el equivalente de la época a un informático actual, si bien mi “ordenador” era una Olivetti, pariente cercana del prototipo original, cuyo maletín era usado por mi madre como “maleta” y que a mi pobre padre le costó algún que otro sacrifico comprarme para que practicara y ganara “velocidad”). Y mira por donde, tras cientos de instancias en bancos, ayuntamientos... la primera oposición que aprobé fue la de “Policía Municipal”. Y mira por donde en mi familia no “sobraba” el dinero. Y mira por donde entré en la Policía Municipal “por necesidad”, mía y de mis padres. Y con la intención de estar un año, ganar la plaza de “funcionario” y marcharme a buscarme la vida. Y mira por donde mi vida se va complicando (como todas las vidas ¿no?): necesidad económica, familia, hijos, separación.... Y hasta aquí. Sí. En efecto. Profesión “escogida” (¿realmente crees que las personas “eligen su profesión”?. ¿Sí? ¿cuántos?). Pero a decir verdad lo que yo escogí (¿o me “escogieron”?) fue una vida esquizofrénica. De eso sí me hago responsable. Y ¿por qué no abandono esta profesión elegida que ya no es la mía? Porque la jubilación llama a mi puerta y mis hijos, mis deudas, mi hipoteca… mi esquizofrenia, también comen (¡¡este es el mejor sistema de integración inventado por el capitalismo¡¡). Y es que ¡¡¡Joder, yo no soy Cipriano Mera¡¡ (Me viene en estos momentos a la memoria la anécdota en la que Cipriano Mera, al salir de la cárcel tras el “alzamiento nacional”, en lugar de ir a ver a su familia, como le indicó el compañero que le liberó, se marchó al Sindicato), pero sí he tenido claro siempre lo que soy y de donde vengo: soy un hijo de obrero, criado en un hogar de clase obrera y me considero parte de la clase obrera, por ello durante mi ya larga vida laboral he militado en los dos sindicatos llamados “de clase” (cuando van a reconocer la realidad y se van a denominar sindicatos de “servicios”), cada vez más a la izquierda (¿o ellos cada vez más a la derecha). Por ello, sólo me queda intentar acabar mi “carrera profesional” sin ninguna enfermedad mental. Los medios de lucha y los fines han de ser otros a partir de ahora.
Desde esta perspectiva –que ninguno deberíamos perder-, tampoco los que integramos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, como tú dices, es desde la que debemos y podemos dialogar y a lo mejor entendernos.
Ahora que se celebra el 50 aniversario de Rudolf Rocker no está de más recordar que “la lucha contra toda tutela, contra todo dogma… de ideas… es para mí el contenido esencial del socialismo libertario” y de paso pedirte que no te dejes llevar por “dogmas” o “ideas preconcebidas”, cuando menos podrías llevarte alguna sorpresa.
Para terminar sólo decirte una cosa. No sé si llegado el momento (¿para cuando?) estaré en un lado u otro de la barricada (yo no tengo una bola de cristal para leer el futuro, ni estoy tan seguro de cómo reaccionaré en una situación de crisis extrema con es un proceso revolucionario, ¿tú sí?, me alegro por ti), de hecho no se si llegaré a poder elegir el lado de la barricada antes de que un compañero “blade runner” me “retire” de la circulación o me de el “paseo”, pero si sé donde estoy hoy: no formo parte de los “imprescindibles” de los que hablaba Bertold Brecht (y cantaba Silvio Rodríguez), pero si creo que podría aportar mi “grano de arena” y si no es afiliado a la CGT será colaborando en la medida de mis posibilidades en aquellos actos, manifestaciones, Jornadas, etc. que organicéis.